A la familia llanera:
Como sabéis, -y si no lo sabéis, queridos llaneros deberíais apuntarlo ya-, hoy 31 de agosto es nuestro día: celebramos el Día Internacional de la Solidaridad. Por algo lo llevamos en el nombre.
Nos asomamos a la ventana, este año más que ninguno, para ver lo que nos han deparado los últimos meses. Como nos sentimos cómodos comenzando la agenda en septiembre, que por algo somos albaceteños, aunque este sea el único año que no veamos la Feria, vamos a detenernos en lo que nos ha traído el 2020 y lo que se se ha llevado.
Un año que ha estado marcado por la pandemia de la Covid-19. Un total de 99 días de confinamiento y un futuro incierto nos ha enseñado que para vivir no hay que gastar mucho; que lo que hacía buenas las cañas eran los amigos con las que las compartimos; que también es ocio la cultura aunque sea en la estrechez de una pequeña habitación; que podemos animar desde una ventana y la emoción se transmite de balcón a balcón; que las sonrisas son importantes y si sabes sonreír con los ojos todo llegará; y que un beso o un abrazo también alimentan.
Es mi cumpleaños, o santo, así que no me voy a poner tremendista que estoy entre llaneros. ¿Hubo cosas malas?, muchas. Sobre todo la fragilidad del sistema que con apenas dos semanas de confinamiento mostraba ya el esqueleto de una sociedad montada sobre armazones demasiado débiles. Pero aún así, descubrimos que en la adversidad éramos capaces de sacar nuestro mejor “yo”, especialmente cuando nos miramos en el rostro de los demás. Nuestro objetivo ha sido no dejar a nadie atrás en el camino fuera lo difícil que fuera o durase lo que durase esta pandemia. Hicimos casi de todo: repartimos, cultivamos, luchamos, leímos, acompañamos, cosimos mascarillas y algunas las pintamos, y decidimos no quedarnos quietos. Fuimos el canal de donaciones de algunos de nuestros proveedores pero también ayudamos en los proyectos solidarios de que nuestros clientes nos plantean durante la pandemia -muchos de ellos, han realizado donaciones de productos de primera necesidad a las personas más necesitadas-. Nos sentimos tan orgullosos de haberlo hecho como de la gente que nos rodea en nuestro objetivo de convertir la solidaridad en una herramienta de construcción para una sociedad mejor.
Fuimos el canal de donaciones de algunos de nuestros proveedores pero también ayudamos en los proyectos solidarios de que nuestros clientes nos plantean durante la pandemia.
Con esta situación hemos descubierto lo que nuestras abuelas ya sabían: que hablar entre ventanas tiene su gracia, hemos dado algunos pequeños pasos hacia adelante. Hemos puesto en marcha un huerto en Alcaraz y estamos consolidando el vivero de Mahora y Valdeganga a la vez que mantenemos el resto de proyectos: nuestro taller doble de costura y customización de ropa, la comercialización de papel ecológico y la comunicación digital y marketing en el entorno rural. Todos estos proyectos son posibles gracias al apoyo de la Junta de Comunidades y al Fondo Social Europeo.
Este año nos hemos enfrentado como sociedad a una de las situaciones más difíciles. Hemos visto nacer el Ingreso Mínimo Vital, la primera vez que una política de rentas incorpora como derecho subjetivo la capacidad económica de las personas. Es un avance a todas luces pero también es una oportunidad de demostrar que el compañero lógico y necesario del IMV son los proyectos de inclusión. Hacemos el acompañamiento necesario para que las prestaciones de rentas mínimas no se conviertan en una herramienta de cronificar la pobreza. Es importante tener el presupuesto, pero es igual de importante hacer el trabajo de inserción y de acompañamiento. Lo decimos bien alto, porque lo creemos firmemente. .
Desarrollamos, un año más, el Proyecto Recalculando Ruta , en el que ayudamos a las personas a incorporarse al mercado de trabajo, al igual que hacemos con el proyecto Incorpora de La Caixa. Para nosotros es una pieza muy importante dentro de los proyectos de inclusión ya que nos permite un acompañamiento y seguimiento individualizado de los procesos de incorporación al mercado de trabajo de las personas en riesgo de exclusión. Asumimos el reto de que es difícil porque es necesario trabajar en esa dirección.
Además este año, hemos jugado a ser una start-up, permitidme que hable de ello como un juego, porque no es nuestra esencia principal pero hemos disfrutado con ello. Hemos asesorado a otros proyectos, uno de ellos para una entidad colaboradora de la Organización de Naciones Unidas en proyectos de inserción laboral para migrantes extracomunitarios. Podría decirse que hemos exportado conocimiento !y nos encanta!
Más despacio hemos ido con el proyecto de espaciollanero. No vamos a ocultar que hubo un momento en el que ni siquiera sabíamos si podríamos avanzar algo este año. Pero al final hemos conseguido dar algunos pasos. El espaciollanero es un proyecto que va a generar un entorno que sirva a las necesidades de los proyectos que tenemos en marcha pero que sea también un punto de encuentro para todas las personas que se sienten llaneras. Hemos querido llevar nuestros valores ambientales y sostenibles a la adaptación del espacio y hemos comenzado con esa adaptación. Somos positivos y a pesar de las complicaciones, vamos a intentar acabar este proyecto antes de que termine el año.
Como veis, a pesar de haber estado confinados no paramos y como aporte a la sociedad más allá de nuestras fronteras provinciales este año hemos participado en la creación de la Red de Economía Social y Solidaria de Castilla-La Mancha. Por fín hay REAS en Castilla-La Mancha, no hemos sido los últimos de España pero casi: !los penúltimos! Estamos en la Red de Economía Social y Solidaria porque entendemos este espacio como un territorio donde compartir experiencias que responden a nuestros valores y principios.
Llaneros, os felicitamos en nuestro cumpleaños porque sois vosotros quienes, además de mantenernos vivos, le dais sentido a lo que hacemos.